Desde hace siete años, la Asamblea General de las Naciones Unidas instauró el día de hoy como el de Concienciación del Autismo como una jornada anual para llamar la atención de las necesidades de las personas con este trastorno en todo el mundo. En este sentido, una cada vez mayor demanda de información por parte de la sociedad, en parte motivada por las cifras de prevalencia que hablan de 1 caso de TEA por cada 150 nacimientos, ha conseguido que, poco a poco, se estrechen los vínculos entre el mundo —asociativo sobre todo— dedicado a los Trastornos del Espectro del Autismo (TEA) con ámbitos y espacios a los que, hace tiempo, resultaba impensable llegar. Uno de esos ámbitos es el mundo de la empresa.
Nuestro país afronta un problema de desempleo que se agrava en el caso de las personas con discapacidad y que tiene un especial impacto en las personas con autismo. Estudios llevados a cabo por prestigiosas entidades europeas revelan que entre el 76 y el 90% de las personas adultas con TEA no tienen empleo, estadísticas que cuando arrecian las dificultades laborales, los colectivos más vulnerables terminan siéndolo más aun, pese a que nada lo justifique: Las personas con TEA son unos magníficos trabajadores y trabajadoras que solo necesitan una oportunidad para demostrarlo.
Las personas con TEA tienen numerosas (y, a veces, excepcionales) habilidades que les permiten ser excelentes empleados y empleadas. Junto a sus capacidades individuales, algunos rasgos asociados con el autismo, cuando están bien canalizados, pueden suponer una ventaja considerable en el lugar de trabajo. Por ejemplo, rasgos actitudinales como meticulosidad, atención por los detalles, honestidad, fiabilidad, resistencia a la rutina, perfeccionismo, perseverancia, constancia, responsabilidad, memoria de repetición, competencia en tareas mecánicas y repetitivas con alto rendimiento laboral, cálculo y retención de datos, memoria a largo plazo, nivel de concentración y rendimiento, son de un elevado valor potencial en el mundo laboral.
Las personas con TEA tienen éxito en una enorme gama de empleos diferentes. Aunque sea siempre difícil de generalizar, hay áreas donde pueden destacar. Estas incluyen: Tareas que requieren atención al detalle y precisión (por ejemplo, trabajo de investigación, mecanización de datos o procesamiento de textos); tareas que implican números, estadística, etc.; tareas donde hay un procedimiento claro para seguir (como archivo, almacenaje, biblioteca o clasificación); tareas rutinarias y estables como puede ser cadenas de montaje, etc. Demuestran que, cuando arrecian las dificultades laborales, los colectivos más vulnerables terminan siéndolo más aún, pese a que nada lo justifique: Las personas con TEA son unos magníficos trabajadores y trabajadoras, que tan sólo necesitan la oportunidad de demostrarlo.
Probadores de aplicaciones informáticas o labores de administración y clasificación de documentos son algunas de las ocupaciones en las que actualmente se están desarrollando programas de formación en una clara apuesta por la inclusión laboral de las personas con TEA.
A pesar de estas capacidades, las personas con TEA a menudo encuentran complicado el entorno laboral, ya que tienen dificultades en ambientes nuevos. A causa de esto, a menudo necesitan algún nivel de apoyo en el lugar de trabajo. La mayor parte de este apoyo puede ser muy fácil de proporcionar, como asegurar que las instrucciones son claras o que la jornada se estructure con prioridades claras. Ese, junto con facilitar las relaciones sociales con superiores y compañeros, es el papel del mediador o mediadora laboral que acompaña a la persona con TEA en un programa de empleo con apoyo, que trabaja junto al empleado hasta que todas las partes se sientan cómodas en el entorno laboral.
Actualmente son muchas las empresas que han descubierto que con el apoyo adecuado, es altamente positivo incorporar a personas con TEA a sus procesos de producción. Pero si loable es la apuesta del mundo empresarial por incluir a nuestro colectivo dentro de sus iniciativas, igualmente valioso es el papel de esas entidades que desarrollan programas especializados de apoyo al empleo y que, más que nunca, hacen válido el lema que este año nos acompaña en este día: ‘Autismo y trabajo, juntos es posible’. Estas entidades afrontan diversos problemas ante la puesta en marcha de estos programas: Escasez de recursos, dificultades en la financiación, imagen errónea de los TEA en el mundo empresarial, limitado acceso de nuevos candidatos, etc.
El empleo para una persona con TEA significa algo más que un trabajo. Es, sin duda, una herramienta que incide positivamente en su autonomía e independencia, promoviendo el desarrollo personal y, por ende, mejorando su calidad de vida. Es por eso que, además de agradecer a cuantas iniciativas empresariales cuentan con el mundo del autismo, nos gustaría que, año tras año, nuevas empresas fuesen sumándose a este modelo de progreso que va mucho más allá de la filantropía o de la responsabilidad social corporativa de la que tanto se habla y en tantos contextos. Supone un paso importante para la consecución y consolidación de una sociedad en la que todos nos sintamos integrados y en igualdad de oportunidades.
Hoy, más que nunca, que hablamos de autismo y empleo, es menester que nos hagamos eco del artículo 27 de la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las personas con discapacidad, dedicado expresamente al empleo, para pedir que la enumeración de esos derechos trascienda más allá del papel y sea efectiva. Este paso tan trascendente es clave para la consecución de ese objetivo común que perseguimos todos que es el progreso.
Por tanto, estamos convencidos de que partiendo desde el compromiso social compartido, lograremos hacer productivas todas las potencialidades, motivación, fiabilidad, resistencia y tenacidad de estos trabajadores, que aportarán finalmente a la sociedad en general más de lo que hasta ahora hemos sido capaces de ofrecerles a ellos.
Confederación Autismo España
Madrid a 2 de abril de 2014
Madrid a 2 de abril de 2014
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