Hoy, como cada 18 de febrero desde 2006, celebramos el Día Internacional del Síndrome de Asperger en todo el mundo. Un día en el que un gran número de personas, herederos de aquellos “pequeños profesores” descritos en 1944 por Hans Asperger, reclaman ocupar su espacio en una sociedad que, demasiado frecuentemente, les rechaza por ser diferentes y especiales.
El Síndrome de Asperger se caracteriza por la aparición de dificultades en la utilización pragmática del lenguaje, en la comunicación y relación con otras personas, y en la existencia de una gama restrictiva de intereses y actividades. Es un trastorno del espectro del autismo en el que el cociente intelectual es completamente normal, teniendo las personas afectadas derecho a aspirar a la misma formación académica y nivel de empleo que la población ordinaria.
En los últimos años se han producido avances en la visibilidad social, en el diagnóstico, en la investigación y tratamiento del síndrome. Igualmente, somos afortunados por saber cada vez más de las causas que están en la base de los trastornos del espectro autista. Sin embargo, queda mucho por hacer para cumplir con el objetivo de inclusión y participación en la sociedad como miembros de pleno derecho, tal y como recoge la Convención de la ONU sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad. Cuando se cumplen 8 años desde que se instauró, por primera vez, este día como motivo de reivindicación y visibilidad de un colectivo injustamente dejado de lado, se hace necesario insistir aún en muchos de los elementos que, siendo nuestra razón de ser, permanecen en el cómputo del debe y todavía no han sido generalizados: diagnóstico e intervención psicoterapéutica gratuitos o asequibles, apoyos y estrategias para la inclusión educativa a todos los niveles, y el acceso al empleo y la vivienda entre otros.
En el contexto económico actual que vive España, estamos sufriendo retrocesos en unos derechos básicos que apenas empezaban a desarrollarse. Cada vez, con más frecuencia, el peso de la atención recae directamente en el movimiento asociativo y en unas familias que cuentan con recursos más exiguos y limitados. Por ello, desde la Federación Asperger España (FAE), junto con todas las asociaciones autonómicas y provinciales que nos constituyen, reclamamos a la sociedad en su conjunto y, especialmente, a las administraciones públicas un esfuerzo en aras de garantizar los apoyos que precisan las personas con síndrome de Asperger y sus familias. La llamada crisis no puede ser de ninguna manera una excusa para cargar sobre los sectores más débiles o sensibles de la sociedad, recortando derechos y apoyos sociales. Al contrario: es un buen momento para reflexionar y plantearse si esta sociedad de la que formamos parte aprovecha todos los recursos que tiene a su disposición. Y no es así: sabemos que se está desperdiciando el gran talento, creatividad y originalidad que las personas con síndrome de Asperger quieren y deben aportar para contribuir al bien de todos. En la medida en que reciban apoyo, podrán hacerlo.
Paloma Martínez Ruiz
Presidenta de FAE
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu opinión.